ENTRADA NÚMERO 23

El aire sofocante de la nave es insoportable, hace que mi cabeza de vueltas y que cada vez más crea que esto es un infierno que ha sido creado sólo para mí.

Hace un mes, según todos mis cálculos, esta nave maldita debería haber explotado. En ese tiempo, me dió miedo. Recé para que no ocurriera en contra de todo y di un suspiro de alivio cuando el silencio se mantuvo. Pero en estos momentos, deseo ese estallido más que nada.

Control terrestre ha dicho que “llegarán pronto”, pero lentamente sus comunicaciones han sido menos frecuentes, y su lenguaje se ha vuelto menos de preocupación y más de molestia. Claro, un rescate de mi magnitud cuesta billones de dólares, y esta vieja nave con su viejo capitán no valen el sacrificio.

De todas formas, y en contra de todo pronóstico, sigo a la deriva, y seguiré por todo el tiempo que no me atreva a cruzar la cámara de aire hacia el frío vacío del espacio exterior.
Con suerte, esta será mi última comunicación.

Cambio y fuera,
C.A.